NUESTRO DIVINO PATRÓN                                    
En Calzadilla tenemos
lo que no hay en ningún sitio
es el Cristo de la Agonía,
en quien tanta fe tenemos.
Hombre, mujeres y niños
es la imagen más preciosa
que en el mundo puede haber;
aunque un poquito moreno
porque después de azotarlo
lo tiraron para el fuego,
pero hizo un gran milagro.
De nosotros no quiso moverse
y el Duque de Alba dispuso
que aquí un templo se le hiciese.
La ermita ha quedado hecha
como el duque lo mandó 
y en ella se encuentra en la Cruz
Nuestro Divino Patrón.

Con mucho cariño y amor para
todos los Calzadillanos  ausentes                                  
y presentes.

Mina García Madejón.

 

  

                                        LEYENDA DEL POZO

Estando un día en la Ermita
en sus inocentes danzas
al pozo cayó una niña
tras una dulce naranja.
    Con los gritos de dolor
de la familia afligida
subió al Cristo la plegaria:
que la niña de sus amor
no pereciera allí ahogada.

   Imposible de explicar
sin una ayuda divina
el modo en que aquella niña
sobrevivió sin nadar
por la bajas galerías.
   Salida encontró a otro pozo
apareció sana y salva,
llena la niña de gozo,
y en la mano su naranja.
   Un vestido de la niña
hasta los años cincuenta
se conservó en esta ermita
como una sencilla ofrenda.

 
 
 
 
¿No caemos también todos
en los pozos del pecado?
¿No vivimos engañados
en las tinieblas del mal?
¡Oh Cristo de la Agonía!,
no son tres o cien milagros
los que haces en la ermita.
   Vamos a reconocer
que todo es gracia en la vida,
que nos regalas a todos
misericordia infinita.
Tú eres el Hijo de Dios,
Tú eres, Jesús el Mesías,
Tu Eres nuestro Salvador,
Tú eres Señor, Buen Pastor,
que al reino eterno nos guías.
 
 

Santísimo Cristo de la Agonía
Del pueblo de calzadilla.                   

Una imagen como esta
no la tienen todos los pueblos,
cuando la gente lo mira
y alzan sus ojos al cielo
todo el mundo se pregunta,
donde están los escultores
que esa imagen construyeron
con esas manos divinas
y tanto interés pusieron.                                    

Cuando se acerca la fiesta
cantan los mozos del pueblo,
las mozas visten de gala
se ponen bonito velo.
Las madres con medio manto,
las abuelas con cobija
a la ermita fueron.

Llega la hora del tálamo
y todos a bailar se fueron
allí bailaban los padres,
los hijos y los abuelos,
el cura está en su sillón
viendo todo aquel anhelo,
como tocaba la gaita
Clemente el tamborilero.

Para Todos se abren las puertas
también para los forasteros,
aunque muy lejos me encuentre
nunca me olvido de ti,
del Cristo de la Agonía
y el pueblo donde nací.

Germán Cristo González.